"Angelito de mi
guarda, mi dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día…” Esta es la
oración que aprendí cuando era niño, y que con 5 años me llevo a creer que
efectivamente había un ente a mi lado, el cual no podía ver y sin embargo me
perseguía hacia donde yo iba.
Creer en apariciones mágicas y un mundo intangible no es algo extraño dentro del mundo cristiano en el cual crecí: Una vez al año un hombre de rojo, barbudo y gordo entra en millones de casas en un periodo de pocas horas, dejando varios regalos bien arreglados, para luego salir volando en un trineo jalado por mamíferos sin alas a su casa en el polo norte. Cuando se te cae uno de tus dientes, nada mas lo pones abajo de tu almohada y una linda señorita voladora te deja la cantidad de dinero que cree conveniente a cambio de tu pieza dental. Toda esta información por supuesto provino de las mismas personas que me ensenaron el español, las formas y colores, como subirme los pantalones, y a no meter los dedos en los enchufes electricos. La línea entre lo que es real y fantasía es naturalmente tan borrosa, que creer en un niño invisible con alas actuando como tú stalker, no era más difícil que creer que plaza sésamo era en realidad una colonia en la que habita un pájaro gigante y un mounstruo que come galletas.
Creer en apariciones mágicas y un mundo intangible no es algo extraño dentro del mundo cristiano en el cual crecí: Una vez al año un hombre de rojo, barbudo y gordo entra en millones de casas en un periodo de pocas horas, dejando varios regalos bien arreglados, para luego salir volando en un trineo jalado por mamíferos sin alas a su casa en el polo norte. Cuando se te cae uno de tus dientes, nada mas lo pones abajo de tu almohada y una linda señorita voladora te deja la cantidad de dinero que cree conveniente a cambio de tu pieza dental. Toda esta información por supuesto provino de las mismas personas que me ensenaron el español, las formas y colores, como subirme los pantalones, y a no meter los dedos en los enchufes electricos. La línea entre lo que es real y fantasía es naturalmente tan borrosa, que creer en un niño invisible con alas actuando como tú stalker, no era más difícil que creer que plaza sésamo era en realidad una colonia en la que habita un pájaro gigante y un mounstruo que come galletas.
A medida fui creciendo,
toda esta información fue dando giros inesperados. Se me empezó a decir que
ciertas partes de lo que entendía como realidad eran totalmente falsas, y al ir
haciendo preguntas me di cuenta de lo que es real y lo que había sido una
fabricación a mi alrededor. Los dragones no son reales pero los dinosaurios si; los príncipes y las princesas son reales pero no los hechiceros o hadas
madrinas; si existe disneylandia pero no existe plaza sésamo; no existe
Superman o Batman pero si existen los vaqueros y los indios (aunque son extremadamente racistas y violentos), mientras que las brujas, fantasmas y
duendes son totalmente una ficción.
Al darme cuenta que
realmente solo podía confiar en mi conocimiento, opte por crear dos depósitos en mi
cerebro, uno para poner las cosas falsas y otro para las cosas reales. Dentro
de estas 2 categorías fue más fácil clasificar el mundo, sin embargo había un
concepto el cual no tenía un depósito totalmente definido en mi cabeza: Dios.
Porque no poner a Dios dentro del depósito con los caracteres ficticios como
Santa Claus o el hada de los dientes? Porque los adultos no admitían que Dios
era un personaje de la imaginación como tantos otros que habían creado? Esto se
volvió más complejo mientras mayor me hice y la idea de Dios empezó a caber
menos dentro de las leyes naturales que aprendía en la escuela. La mayoría de
personas a mi alrededor creían en Dios, gente de otras religiones también
creían en Dios, gente mayor, más culta, más inteligentes que yo también creían
en Dios. Muy pocas personas realmente se cuestionaban abiertamente la
existencia de un ser invisible y todopoderoso, muy raramente escuche a alguien
decir con confianza “por supuesto que no creo en Dios”. Sin embargo nunca
llegue a la certeza de poner a Dios dentro de mi depósito de cosas reales, y para evitarme conflictos decidí denominarme como agnóstico y desentenderme del
tema rechazando la divinidad. Eso si, siempre siguiendo las tradiciones
religiosas de mi familia y amigos, al fin y al cabo quien puede resistir un
buen pavo navideño o unas vacaciones en semana santa.
Un estudio realizado
por la Universidad de Cornell y el Instituto Gallup, revelo que el 96% de las
personas en Estados Unidos creen en Dios, 90% creen en el cielo, 73% creen en
el infierno, 50% creen en la biblia de forma literal – la serpiente que habla, el arca de Noé, gente que vivió hasta los 200 años, etc. Es impresionante que se
encontró también que el 61% de las personas en este país creen que “la
democracia no puede sobrevivir sin la creencia en Dios o un ser superior”. Lo
que prácticamente define el gran sentimiento religioso del mundo occidental,
por lo que no es raro que la dualidad de creencias con las que fui criado
todavía exista en nuestros días.
En mi caso particular, al entrar a la universidad encontré la ciencia como humilde, colaborativa, constantemente bajo
revisión, y caminando hacia adelante; mientras a la religión la vi siempre como
arrogante, divisiva, hostil al cambio, y obsesionada con el pasado. Al
clasificarme entonces como agnóstico, me defini como un
hombre de ciencia y decidí dejar la espiritualidad para los religiosos. Lo que
no realice en ese momento es que al quedarme en esta posición neutral, ligando
exclusivamente la religión con la espiritualidad, me estaba perdiendo de una
parte importante en la experiencia del crecimiento como ser humano.
Desde que la especie
humana abrió los ojos a su consciencia, ha sido agresivamente curiosa y
hambrienta por entenderlo todo. Que es este mundo y cuál es el significado de
las cosas? La primera parte de la pregunta –Que es este mundo? Se volvió el
trabajo de la ciencia. La segunda parte –Cual es el significado de las cosas?
Se volvió el trabajo de la espiritualidad.
La ciencia es lo que
sabemos y la espiritualidad es como coexistimos filosófica, psicológica y
emocionalmente con este conocimiento. La ciencia nos da la información, la
espiritualidad nos ayuda a entender esa información. Ambas partes son críticas
en tratar de resolver el rompecabezas de nuestra existencia. Cuando la ciencia puede decirnos algo que conmociona como “la tierra gira alrededor del sol y no
viceversa...”, es la espiritualidad la que nos dice como cambiar la forma en la
que nos vemos a nosotros mismos, vemos al mundo y vemos nuestra vida. Es entonces la
espiritualidad un concepto secular y no religioso, poniéndole con la ciencia en
un mismo plano. En palabras de Carl Sagan “La palabra espíritu proviene del
latín respirar, lo que respiramos es aire, que ciertamente son partículas de materia. Al
hablar de espíritu hablamos entonces de materia, que está dentro del mundo de
la ciencia…la ciencia es entonces no solamente compatible con la
espiritualidad, sino es una profunda fuente de espiritualidad”.
Mientras la humanidad
continua su aprendizaje, la ciencia y la espiritualidad deberían ser
colaborativas, innovadoras, y marchar hacia adelante en continua evolución. La
ciencia abre caminos para alcanzar mayores niveles de conciencia y sabiduría,
pero es solamente a través de la espiritualidad que podemos recorrer esos
caminos.
La espiritualidad es
entonces vital para el crecimiento como humanos y alcanzar el máximo potencial
de nuestro cerebro. Por qué entonces es el mundo espiritual tan complicado y
tumultuoso en nuestros días? Que fue lo que sucedió que nuestra exploración en
el campo espiritual se quedó estancada en el camino por las diferentes religiones? En mi opinión han habido diversos factores, entre los que tenemos:
1) El miedo: La religión atrapa a las personas bajo el concepto del temor a lo divino, apaciguando el miedo con sus respuestas definitivas basadas en la fe y promesas de inmortalidad. Desafortunadamente parece que las religiones no están haciendo un buen trabajo en este aspecto. Un estudio reciente encontró que el sentimiento de estar cerca a Dios no ejerce un mayor cambio en la satisfacción de la persona respecto a su vida. Es decir, el tener la convicción religiosa de saber que voy a vivir para siempre debería provocar una sensación estable de felicidad; sin embargo, las personas religiosas no son más felices que las personas no religiosas.
1) El miedo: La religión atrapa a las personas bajo el concepto del temor a lo divino, apaciguando el miedo con sus respuestas definitivas basadas en la fe y promesas de inmortalidad. Desafortunadamente parece que las religiones no están haciendo un buen trabajo en este aspecto. Un estudio reciente encontró que el sentimiento de estar cerca a Dios no ejerce un mayor cambio en la satisfacción de la persona respecto a su vida. Es decir, el tener la convicción religiosa de saber que voy a vivir para siempre debería provocar una sensación estable de felicidad; sin embargo, las personas religiosas no son más felices que las personas no religiosas.
2) Una inclinación evolutiva hacia el
tribalismo: El psicólogo social Jonathan Haidt, explica que “El humano
evoluciono acostumbrado a ver objetos sagrados, y a unirse en grupos alrededor
de estos objetos para discutir ideas. Esto explicaría el por qué la política es
tan tribal, en la cual se pretende perseguir ideales morales que rijan las sociedades. Es la eterna
lucha entre el bien y el mal, en la cual todos creemos que estamos del lado del
bien.” Esta por supuesto es una teoría especulativa, pero tiene mucho sentido si
tomamos en cuenta que una gran parte del porque las personas se ligan a un
grupo religioso es la sensación de comunidad, unión y cooperación.
3) Una inclinación evolutiva hacia lo divino: Similar a la teoría anterior, esta sugiere que los grupos humanos que se inclinan por la honestidad, cooperación y altruismo, son aquellos que piensan que están siendo observados por un ser superior. Con el tiempo estos grupos tienden a tener mejores resultados que los grupos ateos.
4) Figura paterna: Sigmund Freud creía que muchos humanos buscan a Dios como una figura paterna en la cual reflejarse.
3) Una inclinación evolutiva hacia lo divino: Similar a la teoría anterior, esta sugiere que los grupos humanos que se inclinan por la honestidad, cooperación y altruismo, son aquellos que piensan que están siendo observados por un ser superior. Con el tiempo estos grupos tienden a tener mejores resultados que los grupos ateos.
4) Figura paterna: Sigmund Freud creía que muchos humanos buscan a Dios como una figura paterna en la cual reflejarse.
Ante estas fuerzas, la
espiritualidad secular de los grupos humanos no tuvo la oportunidad de
desarrollarse fuera de la religión. Asimismo, la religión termina afectando al individuo, obligándole
a clasificarse dentro de las creencias de un grupo y basar su crecimiento
espiritual dentro de una religión.
Habiendo establecido que la espiritualidad es muy importante dentro del crecimiento humano, entonces lo que realmente necesitamos son formas simples y accesibles de encontrar esta espiritualidad como individuos. Tener un marco de referencia que haga un click en nosotros y nos muestre una guía de como crecer espiritualmente.
Habiendo establecido que la espiritualidad es muy importante dentro del crecimiento humano, entonces lo que realmente necesitamos son formas simples y accesibles de encontrar esta espiritualidad como individuos. Tener un marco de referencia que haga un click en nosotros y nos muestre una guía de como crecer espiritualmente.
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